A veces, los números engañan más de lo que iluminan. Es fácil obsesionarse con los megapíxeles o las especificaciones técnicas, pero la verdadera magia de una cámara no está en sus datos, sino en cómo transmite la emoción, cómo maneja la luz, cómo cuenta una historia. Una Sony no es una Blackmagic, un teléfono no es una cámara profesional. El arte no se mide en números, se siente en la imagen. Al final, lo que importa es cómo te conectas con la herramienta y cómo esta te ayuda a materializar tu visión. Video publicado en: 255